30 marzo, 2020
¿Qué nos pasa cuando consumimos heroína? Mónica Domingo Martínez|
Se encuentran distintos tipos de efectos, que pueden ser orgánicos, psiquiátricos, familiares, sociales y económicos.
Entre los efectos orgánicos se pueden destacar alteraciones en el ritmo cardíaco, la presencia en el torrente sanguíneo de moléculas ‘extrañas’ que da lugar a leucocitosis o linfocitosis; una alteración de la sensibilidad, la capacidad para realizar movimientos e incluso pérdida del control de esfínteres, asociado a dificultad para el movimiento en miembros inferiores. Además de problemas renales, digestivos, endocrinos, oculares, pulmonares, y el riesgo de transmisión de VIH/SIDA.
En cuanto a los efectos psiquiátricos encontramos que las personas adictas a la heroína y otros opioides sintéticos suelen tener mayor riesgo de desarrollar o presentar previamente ansiedad, depresión o trastorno de la personalidad. Pueden tratarse de trastornos inducidos o independientes, estos últimos determinan un factor de riesgo para el consumo. Se han observado cuadros psicóticos en procesos de tratamiento sustitutivo con metadona, en el que también puede aparecer el síndrome afectivo orgánico, consistente en síntomas similares a los de un episodio depresivo y que constituye un factor de mal pronóstico.
Los efectos familiares y sociales no aparecieron hasta más o menos una década después de la llegada de la heroína a España, alrededor de los años 80 y 90, cuando jóvenes de todas las clases sociales se vieron atrapados en la adicción, convirtiéndose en un problema social generalizado en el que tuvieron que intervenir organismos políticos.
En el caso de la heroína y las consecuencias familiares, el estigma es un punto clave, ya que aumenta la degradación social que ya fomentaban los centros de atención al drogodependiente al actuar de manera independiente a la red asistencial general. El ingreso en estos tratamientos implicaba el abandono de los estudios y el trabajo, lo que suponía importantes consecuencias en sus vidas personales.
En cuanto a los efectos económicos, actualmente el gasto que genera la adicción a la heroína está relacionado con los tratamientos contra el VIH y la hepatitis C, en cualquier caso, los gastos están justificados dado el resultado positivo de los tratamientos en lo referido a calidad y esperanza de vida. Fue en los años 80 y 90 cuando el gasto económico se disparó por el despliegue de medios sanitarios que se necesitaba y por el auge de la delincuencia asociado al consumo.
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