2 marzo, 2020
Deshabituación de drogas y funcionamiento cerebral: una visión integradora. Mónica Domingo Martínez|
Dentro del campo de las adicciones, Kandel concluye que la adicción sería una alteración de la función cerebral, que tiene un componente genético aunque está fuertemente influenciado por el contexto social y que existe una alteración en el patrón de manifestación de los genes inducida por el aprendizaje y contingencias sociales, y finalmente, que la terapia sólo será eficaz si produce cambios a largo plazo en la conducta. El objetivo de este trabajo es elaborar un modelo integrador entre la psicología clínica y la neuropsicología.
Entre los modelos de deshabituación encontramos la entrevista motivacional. Este modelo se centra en la asistencia directa, intentando provocar un cambio en la conducta del paciente a través de la exploración y resolución de sus ambivalencias, la investigación señala que este modelo es eficaz aumentando el compromiso con el tratamiento. Otro modelo importante es el de prevención de recaídas, este programa combina procedimientos conductuales de entrenamiento en habilidades con terapia cognitiva, para facilitar que el paciente conozca cuáles son los factores de riesgo que lo llevan al consumo. La relevancia del contexto ambiental lleva al desarrollo de modelos centrados en el apoyo social o familiar, dirigidos a mejorar las relaciones familiares y alejarse de entornos asociados al consumo.
En cuanto a los modelos cerebrales destacan el modelo jerárquico de Stauss y Benson, en el que la conducta se considera el resultado de la actividad de las funciones básicas cerebrales, control de la activación de acciones, autocontrol y autoconciencia; seguido por el modelo de circuitos cerebrales de Volkow, Fowler y Wang en el que los sistemas de aprendizaje y memoria se ven afectados por la adicción, que actúa como reforzador primordial y disminuye el autocontrol.
Los modelos de intervención pretenden mejorar la conciencia del problema, el autocontrol, la motivación y reducir el craving, a la vez que modificar las percepciones, minimizar el significado emocional de la sustancia y desconectar las asociaciones entre estímulos condicionados e incondicionados.
El modelo jerárquico de Stuss y Benson se ha considerado el más integrador ya que trata de plantear una jerarquía entre las diferentes funciones mentales y la estructura cerebral que las sustenta, actuando como el enlace principal entre la neuropsicología y la psicología clínica, que debería forzar a las técnicas psicoterapéuticas a demostrar su eficacia evaluando los cambios sobre el funcionamiento cerebral.
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